Los pasillos de un hotel en la
segunda guerra mundial, son invadidos por música alemana que distrae y vuelve
nostálgicos a los extranjeros, entre el lujo y el clima de un pueblo bucólico. El hotel se llama Sabaneta y es un nuevo
cielo para los protegidos por un destino icástico.
Hoy sobre lo que algún día fue
una ruina, existe una venta de arenas movedizas, de relojes japoneses y
pescados disecados con la mirada perdida en el tiempo.