Existen los celos y la historia
lo sabe, las ciencias criminales se entrometen en el disfraz de los abogados y
aparecen las penas para quienes matan por amor.
La provinciana, católica y fría
Bogotá absuelve a los victimarios argumentando desequilibrio mental, es claro
que la justicia valida un argumento dramático que se vuelve novela, que se
vuelve sombra, de una sociedad que se repite.